sábado, 28 de julio de 2007

El libro del Santo Lapicero, de Carlos Morales, por Luis María Anson





Luis María Anson

Los versos cabríos de Carlos Morales


El alma del poeta está lista para adentrarse en la noche. Nadie escucha las palabras deshabitadas. La poesía para Carlos Morales –melancólico, profundo, El libro del Santo Lapicero- no es sino la muerte, o no es. En el alma desnuda de la desolación, sus versos cabríos, escritos con el lapicero de las cosas humildes, aguardan al pie de las escalas en la noche oscura sin oír el augurio de los pájaros.
Pero ella, la que le amaba, se murió en primavera. El poeta recuerda igual que Neruda sus ojos de paloma en desvelo. Grita el dolor como gritan las rosas, y las cicatrices con alma a la puerta llamando. Los ojos húmedos de la amada en sus ojos se cuelgan pero ella no se asomará ya a la ventana de la calle ancha. Allí donde empieza una vida nueva sin amor, es todo silencio. Fuego toco y boca, dice el poeta ante la mujer dormida, cabe la amada muerta, «extraña luz con que acaba la vida», manantial de voz que corre, y no sabe qué hacer con el rumor de las rosas, con el tigre despierto oculto en los juncales, con el fuego en la lengua y ese ejército de negros rasgando las costillas de la noche. Los amantes son sacerdotes desnudos que se lanzan manzanas en los versos de Carlos Morales. Le agobia al escritor la vida tan muerta. Y se acuerda del secreto oscuro de la blusa, allí donde las frutas eran frescas, de oro eran sus labios de calor antiguo. «Saber que amo y no saber qué amo», escribe el poeta para retomar la imagen albriciada: «unas ingles celestes con vino dentro aguardan», como en los amores del profesor suicida y Silvestre, la adolescente de Román Piña, la de los muslos bautizados y el vientre de seda, con la miel de su trenza atrapada por los últimos dedos de la tarde. También Carlos Morales se ha dado cuenta de que en el carcaj de plata hay una flecha menos. La amada inmóvil, la amada muerta, le conduce a la devastación. Ya nunca nadie abrirá las cancelas…




Luis María Anson
De la Real Academia Española


(“Canela fina” publicada el 3 de noviembre de 2001 en el Diario LA RAZÓN)




La fotografía es de Luis Vence


No hay comentarios: